Primero de bachillerato
Tema 1
Para terminar el primer tema del curso, os propongo la lectura de este texto del filósofo francés Edgar Morin. En una entrevista realizada en 2011, Morin hablaba de la filosofía en su dimensión más práctica y vital: la filosofía como arte de vida. En este fragmento, puedes encontrar muchos de los rasgos que hemos señalado en el tema 1 como propios de la filosofía: la filosofía como reflexión racional sobre la experiencia, la filosofía como cuidado de sí, la necesidad de adquirir una perspectiva general (universal) superando nuestra tendencia "egocéntrica" pero sin olvidarnos de nuestra vida real, llena de momentos de razón y momentos de emoción...
Las ideas que nos aporta Morin son complementarias de las de Martha Nussbaum nos exponía en el texto de la entrada anterior y, también, del texto de lectura final de Bertrand Russell que tienes en los apuntes.
Creo que, si te resulta interesante el texto, puede hacer un buen comentario del mismo o elaborar una disertación que, por ponerte un ejemplo, podría titularse: " ¿Qué podemos hacer cuando en las sociedades del bienestar y la riqueza hay una sensación tan amplia de "malestar"?.
Un saludo a todos y ánimo con los trabajo.
“La idea de un arte
de vivir no es nueva. Las filosofías de la India, de China, de la
Antigüedad griega, se han consagrado a esta búsqueda. Hoy se presenta de manera
nueva, en nuestra civilización caracterizada por la industrialización, la
urbanización, el desarrollo y la supremacía de lo cuantitativo. La aspiración
contemporánea a un arte de vivir es, en primer lugar, una reacción saludable
a nuestros males de civilización, a la mecanización de la vida, a la
hiperespecialización, a la tiranía del tiempo. La generalización del malestar,
incluido en el mismo seno del bienestar material, provoca como reacción, una
necesidad, a la vez, de paz interior, de plenitud, de felicidad, es decir, una
aspiración a la “verdadera vida”. El buen vivir se basa en algunos principios:
la calidad prima sobre la cantidad, el ser sobre el tener, la necesidad de
autonomía y la necesidad de comunidad deben estar asociadas, la poesía de la
vida…
(…)
La vida cumplida
pide un diálogo permanente entre las
exigencias de la razón y las de la pasión. No podemos resolver nuestras
vidas ni desde el cálculo y la racionalidad fría ni únicamente desde la pasión
que, sin autocontrol, conduce al delirio. Hay que aprender a humanizar
nuestras pulsiones y nuestras emociones con controles reflexivos:
eso significa que hay que desarrollar nuestra capacidad de contener el
nerviosismo, el rencor, el resentimiento, la ira etc. Ese dominio de nosotros
mismos no significa en absoluto la inhibición de nuestras pulsiones. La especie
humana es, a la vez, Homo sapiens y Homo demens: el problema es la
articulación de esas dos dimensiones fundamentales de nuestra existencia. Y no
puede hacerse sin un conocimiento de uno mismo, subdesarrollado en
nuestras civilizaciones. Occidente ha privilegiado el conocimiento y el dominio
de la naturaleza sobre el conocimiento y dominio de uno mismo.
Para conocerse, es
preciso, particularmente, desarrollar la reflexividad, el autoexamen y la
autocrítica… Es un ejercicio difícil porque se trata de desprenderse de las
ideas fijas y las rutinas mentales, de someter a crítica las propias creencias
y certezas, cosa nada sencilla, con lo inclinamos que estamos a criticar a los
demás y denigrar al adversario. El autoexamen supone una parte de burla, de capacidad
de reírse de uno mismo, que es una forma de distanciarse y no situarse en
el centro de todo”.
(Edgar Morin: Cambiar la vida, entrevista realizada por Jean-François Dortier en 2011. en VV AA ¿En qué piensan los filósofos?)
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